29/5/12

Pocos cambios... afortunadamente


Los meses que antecedieron a la inauguración de la feria de 2012 estuvieron cargados de incertidumbres y expectativas. El actual equipo de gobierno municipal esbozó y avanzó, en los años que ocupó la bancada de la oposición, un modelo de feria sustancialmente distinto al que se encontró en mayo de 2011, sobre todo en dos aspectos: la duración del festejo y la tipología de las casetas. Dos elementos clave, indisolublemente unidos, que en esta edición apenas si se han visto modificados en la supresión de un día de fiesta (que, en la práctica, se ha reducido a algunas horas) y en la ampliación de las franjas de acceso restringido para las casetas. Tímidos cambios éstos que se quedarían en mera anécdota si no fuera porque apuntan indefectiblemente a lo que está por venir.
En su programa electoral, el Partido Popular apostó por una feria más corta (“siete días -en realidad, son seis-, comenzando el lunes por la noche con el alumbrado y los fuegos, y concluyendo el domingo siguiente”) y más amplia (hasta llegar a las “doscientas casetas”), sin reparar en que se trata de un binomio irreconciliable: si las casetas han abandonado El Arenal (llegó a haber 180 casetas en 1994) por lo difícil de recuperar los gastos del montaje, no regresarán cuando haya menos ocasión para hacer caja. A pesar de ello, la feria de este 2012 ha iniciado esta complicada senda.
La feria exige cambios (basta con ir el lunes o el martes de farolillos a pisar el -cada vez más escaso- albero, para constatarlo), pero no en el calendario o en el color de las fachadas, sino en sus cimientos. Las mejoras necesarias tienen que comenzar por el propio recinto ferial (sombras para la feria de día, aceras para los peatones y calzadas para los caballos) y por la forma de acceder a él (transporte público eficaz, viales y aparcamientos), como se ha hecho en otras ciudades de nuestro entorno. Con esa base, con las calles de El Arenal a rebosar, se podrán introducir cuantas reformas se vea conveniente. Entonces, y sólo entonces, se podrán instalar más casetas (y dejar unas más abiertas y otras más cerradas, unas para los más jóvenes y otras para los más flamencos) y será posible prescindir del primer fin de semana. Entonces, y sólo entonces, se podrá aspirar a la feria plural, viva y de calidad que todos perseguimos.
Puede ser que la intención del Ayuntamiento sea otra y que sólo la coyuntura económica haya recomendado posponer planes más ambiciosos, pero la realidad es que la feria de 2012 sólo ha variado -y mínimamente- en lo accesorio, y que la sensación es de que se pretende parchear en lo superfluo sin remover las estructuras. Mientras siga siendo así, los cambios, cuantos menos, mejor.

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